Una tarde cualquiera

Me pasa prácticamente todas las tardes, cuando me voy a dar cuenta ya son las nueve de la noche...las horas pasan volando.

Comer algo fresquito que los calores ya empiezan a apretar y a las 3 de la tarde cuando llego a casa voy medio deshidratada.
Acabar el calcetín para el Swapetines mientras veo por enésima vez los mismos capítulos de Friends...me aburren ya, pero las alternativas son tan duras (culebrones, cotilleo o documentales también vistos mil veces) que no se podrían considerar alternativas en absoluto.
Las labores propias de mi sexo como dice mi madre, esto es, recoger y guardar ropa, tender, vaciar lavavajillas, etc... todo esto hecho a todo trapo para acabar lo antes posible, soy una ama de casa nefasta he de confesar.
Bajar a la frutería a hacer la compra de la semana.
Hacer un gazpacho y ponerlo a enfriar para que esté fresquito a la hora de la cena; el primer gazpacho del año, a partir de ahora caerán casi a diario.
Tejer dos vueltas del Icarius...se dice pronto pero he tardado casi una hora! Empieza a hacerse un pelín interminable y eso que me salté una repitición del primer gráfico.
Ducha, cena y Dr. House.
Leer en la cama, si no me quedo frita antes.

Y así pasan las tardes, muchas veces con la sensación de que no me ha cundido nada aunque no hay nada como hacer inventario para darse cuenta de que no es así.